¿Mejor cumplir por convicción o por obligación?
“Los múltiples escándalos que han sacudido el tejido empresarial tanto mundial como nacional en la última década, con sus fuertes consecuencias negativas sobre la Sociedad en general, han vuelto a poner énfasis en la necesidad de regular las prácticas de las empresas e impulsar nuevos valores compartidos por todos. Se ha traducido en la implantación de una nueva cultura de “Ética Empresarial” y de programas de “Prevención de Delitos o Legal Compliance”».
El auge de la globalización y el alto crecimiento experimentado tanto a nivel mundial como en España entre el año 2000 y 2007 (entre 3% y 4% de crecimiento anual del PIB), hicieron que muchas empresas pusieron el foco principal sobre el rendimiento y resultados a corto plazo (podemos llamarlo el “Qué”) para aprovechar la ola sin importar demasiado la manera de conseguirlo (el “Cómo”), mientras el beneficio superase el riesgo de multa. La crisis financiera del 2007, personalizada en el caso de Lehman Brothers a nivel mundial y unos años después en los casos de las Cajas, la corrupción pólitica o Bankia en España, demostró los límites del modelo y su devastador impacto sobre el ciudadano, teniendo su más dramática representación en los múltiples cierres de empresas, la terrible subida del paro, los desahucios, …
La creciente consolidación de las empresas les otorga una responsabilidad social cada vez mayor. Por ejemplo, la facturación de Royal Dutch Shell y Wallmart en 2011 es superior al PIB generado de manera individual por 180 países en el mundo.
Eso obligó a los gobiernos a incrementar la publicación de leyes para regular aspectos medioambientales, sociales, fiscales,… en la actividad de las empresas. Se publicaron en España leyes como la “Ley de Economía Sostenible” (2/2011), la “Ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno” (19/2013), la “Ley de Sociedades de Capital” (31/2014) y recientemente la reforma del Código Penal sobre la responsabilidad penal de las personas jurídicas.
También en el Parlamento Europeo, se publicó en 2014 una ley sobre la “Divulgación de información no financiera” para empresas cotizadas de más de 500 empleados (Directiva 95/2014/UE) que debe entrar en aplicación este año 2017. Esta normativa obliga a estas empresas a incluir en sus memorias anuales información sobre impactos ambientales de sus actividades (contaminación, energía, consumo,…), aspectos sociales (Igualdad, derechos de trabajadores, salud, seguridad en el trabajo, …) y aspectos de gobernanza (corrupción, soborno, derechos humanos, …).
¿Cómo afecta la normativa sobre ética empresarial a las empresas?
Todas estas normativas han obligado primero a las medianas y grandes empresas y hoy a las Pymes a invertir en auditorías de “Prevención de delitos” o “Legal Compliance”.
Aunque resulta un paso muy importante, es muy difícil establecer controles internos si una empresa no tiene una verdadera cultura de cumplimiento. Por lo tanto muchas empresas han ido más allá del cumplimiento normativo, aprovechando estos tiempos de cambio para implantar una verdadera cultura de Ética Empresarial que aparece a veces hasta en su misión o en sus valores.
Para tomar una analogía, la Ética Empresarial sería como la “constitución” de una empresa donde se describen principios y valores a respetar en todo momento. Se suele traducir en un programa de Responsabilidad Social Corporativa (RSC). El programa de “Prevención de delitos” (Legal Compliance) sería el “Código penal” interno de la empresa que indica riesgos y consecuencias de una mala praxis. La “Ética empresarial” preside de alguna manera al sistema de “Legal Compliance”.
El impacto de estos programas involucra a todo el ecosistema de la empresa:
- La selección de los proveedores debe asegurar que comparten los mismos criterios éticos, por ejemplo trabajo infantil o condiciones de trabajo en el sector textil. No vale esconderse detrás de intermediarios para fingir el cumplimiento.
- La experiencia de los clientes está cada vez más influenciada por la Etica de las empresas. Según un estudio de Forética (2015), 44% de los compradores en España dejaron de comprar una marca por sus malas prácticas respecto a la sociedad o el medioambiente. Recientemente el consejero delegado de Uber, Travis Kalanick, dejó el consejo asesor de Donald Trump por presión de sus usuarios.
- En la guerra por el talento, las empresas conocen el peso de las políticas de RSC sobre el poder de atracción de los empleados dentro de sus programas de “Employer Branding”, especialmente de cara a las nuevas generaciones.
- La confianza que genera cada marca y por lo tanto los resultados presentados a los accionistas, están directamente vinculados a la Ética empresarial, como lo pudo comprobar recientemente Volkswagen con el problema de sus motores Diesel.
- Los propios dirigentes a través del riesgo de responsabilidad penal de las personas jurídicas, se han visto obligados a materializar estos planes.
¿Por qué es importante la ética empresarial?
Los últimos escándalos tanto fuera como dentro de nuestro país han demostrado la importancia de la Ética empresarial en los resultados de una empresa y su perennidad en el tiempo. La gran cantidad de información vía redes sociales ha aumentado la visibilidad sobre el comportamiento de las empresas generando castigos casi inmediatos a casos de malas praxis. La crisis ha limitado la capacidad de las empresas para invertir en políticas proactivas de RSC o Legal Compliance (solo el 54% de las empresas medianas y grandes lo tienen formalizado en España y solo el 4% de las pymes según el informe de Forética). Sin embargo, la actual recuperación vuelve a poner esta inversión en primer plano dentro del marco de un cambio cultural: mejor cumplir por convicción que por obligación.