La crisis económica que vive España, desde hace varios años, ha obligado a las empresas a reinventarse para mantener la motivación de los trabajadores. Con todo, los planes de retribución flexible son cada vez más populares. Se trata de un método alternativo a una subida de sueldo y más beneficioso para el trabajador, ya que es legal y está exento de impuestos.
Las ventajas de la retribución flexible
Coloquialmente, la retribución flexible sería muy similar a como se comercializaba en la Edad Antigua, donde se intercambiaban productos, y no bienes por dinero. En este caso, la empresa ofrecerá distintas opciones a sus trabajadores, y estos elegirán aquella que más se adapte a sus necesidades.
El coste de estos servicios se incluirá en la nómina del trabajador, y se descontará de sus ingresos. Sin embargo, la ley prevé un máximo de retribución flexible. Este es el 30 % de su salario bruto. El beneficio de la retribución flexible es doble para el trabajador. Por un lado, es descontada del salario bruto del trabajador. Esto implica que la base imponible, al realizar la declaración de la renta, será menor. Con un poco de suerte, este descenso provocará que bajemos el tramo de IRPF que nos toca tributar y, por consecuencia, pagar menos impuestos. Al mismo tiempo, y como hemos afirmado anteriormente, la retribución flexible está totalmente exenta de cualquier tipo de fiscalidad. Así, que el beneficio para el trabajador es doble.
Con todo, un aumento de sueldo puro y duro ya no es la única forma de incentivar a un trabajador a mejorar su productividad. Beneficios sociales como el almuerzo, la comida o la tarjeta de transporte también sirven de la misma manera. Son costes que, de todas formas, el trabajador deberá asumir. Si esto le beneficia fiscalmente aumentará de forma exponencial su productividad.
Los productos de retribución flexible
Pero ¿cuáles son exactamente los productos que incorpora la retribución flexible y están completamente exentos de impuestos? El artículo 42.2 de la ley de IRPF los detalla perfectamente. La retribución flexible considera válidos aquellos productos como acciones o participaciones de una empresa, siempre que no exceda en su conjunto los 12 000 euros anuales.
La formación, si es necesaria para el puesto de trabajo, o la entrega de equipos informáticos junto con los gastos para poder disponer conexión a Internet también formarían parte de la retribución flexible. Los vales de comida como el Ticket Restaurant, o ayudas en guardería, así como seguros de accidente laboral o de responsabilidad civil del trabajador.
Al mismo tiempo, beneficios sociales como cuotas de seguro de salud o servicios de educación de preescolar, primaria o secundaria o vales de transporte público hasta los 1550 euros anuales podrían entrar dentro de la retribución flexible, y estar totalmente exentos de impuestos.
Empresa y trabajador, beneficiados
Entonces, ¿es realmente útil para la empresa y el trabajador poner en marcha sistemas como la retribución flexible? La conclusión es sí, y de forma tajante. El objetivo de cualquier empresa no es otro que conseguir aumentar sus beneficios al máximo, minimizando los costes. Por ello, si desea incentivar la productividad de sus trabajadores con un aumento salarial, esto incrementará los costes, debido al mayor aporte a la Seguridad Social. Así, con la retribución flexible podrá conseguir sus objetivos con las correspondientes ventajas fiscales.
Con el trabajador ocurre tres cuartos de lo mismo. Cojamos por caso un trabajador que cobra 26 500 brutos anuales. Sin retribución flexible debería pagar el 15 % de IRPF y, además, correr de su bolsillo con la guardería, el transporte y la comida. En cambio, con 7000 euros de retribución flexible, este mismo trabajador pagaría el 10 % de IRPF y ya tendría pagados los gastos anteriores. Así, esta alternativa ahorra costes y es beneficiosa para ambas partes.